No Show

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Sin Título #16
Sin Título #20
Sin título #25
Sin Título #5
Sin Título #22

 

“…They too await the great yawn,
anonymous and universal”

Octavio Paz

 
The society of spectacle’s domination of the philosophical morphology of today’s cultural landscape is a conditio sine qua non of our time’s logic. We are hypnotized by an ultimate aspiration of entertainment that takes over everything we know.

At the rear end of its own reverse, the trivialization of culture has become the overriding reality, the unsettling entrée of the already conquered abysms, in between the assimilations that orchestrate art. Disfigured, the occupation of our spare time is an end in itself.

In total symphony with the society of spectacle, museums and art centers are at the core of the cultural time out. In recent decades, we have witnessed the attraction of the mass public to the content of the artwork as much as to the shell that contains it. The sacralization of the art space, the space as an emblem, is the star attraction of the cultural machine.

Contemporary Art Museums became crucial during the last mid century, when the avant garde thoroughly eradicated the visual divide between the artwork and profane objects. Despite their enthroning of false kudos, the museums are a fundamental conceptual art frame, legitimizing art trough praise.

All considerations taken, the audience has symbolically appropriated the exhibition space. Art is an abstract thought, that demands criticism and interpretation for its comprehension. For aesthetic contemplation to happen, be it emotional or rational, the artwork discourse necessarily needs a spectator. The audience is not part or puppet of the society of spectacle, but one of the cornerstones that define artistic dialectic.

Lets take a moment and imagine the hypothetical event of human becoming unaware of art and its representations. Lets imagine this flagship spaces without its audience. How would be these spaces defined? And most importantly, what would be the stance of their content?

This series attempts to portrait this possibility. The intention is to recreate the above hypothetical reality, moreover than the mere representation of a physical and tangible space, as a menacing echo of these deserted spaces.

The audience seats are empty. Nobody laughs at the buffoon; nobody reads the tragedy’s last page. The silence of the artwork cannot be seen.

 
 

“…también a ellos les aguarda el
Gran Bostezo, anónimo y universal.”

Octavio Paz

 
Conditio sine qua non de la lógica de nuestro tiempo, el espectáculo domina cualquier morfología filosófica del paisaje cultural actual. Vivimos hipnotizados por una aspiración hacia el entretenimiento y la diversión que todo lo subyuga.

Como el envés de su propio revés, la trivialización de la cultura ha devenido en realidad imperiosa, como un inquietante anticipo de los abismos alcanzados entre las concordancias que orquestan el arte, que acaba por desfigurarse en la única pretensión de ocupar tiempo libre.

En sintonía absoluta con la sociedad del espectáculo, los museos y centros de arte se sitúan en el epicentro del ocio cultural. Hemos visto en las últimas décadas, la afluencia masiva de un público atraído tanto por el contenido como por su contenedor. Espacios emblemáticos, sacralizados, reclamos protagonistas de la máquina cultural.

Los museos de arte contemporáneo asumieron vital importancia a partir de la última mitad del siglo pasado, cuando las vanguardias optaron por eliminar sistemáticamente las diferencias visuales entre la obra de arte y el objeto profano. No absueltos de coronar falsos prestigios, el museo se presenta como un marco conceptual imprescindible, legitimador del arte a través del elogio.

Con todo, el espacio expositivo es una propiedad simbólica del espectador. El arte es pensamiento abstracto, que en su proceso cognitivo exige cuestionamiento e interpretación. Para que se de la contemplación estética, racional y emotiva, el discurso de toda obra necesita un receptor. Más que parte constitutiva o títere de la sociedad del espectáculo, el público es vector determinante de la dialéctica artística.

Imaginemos por un momento el hipotético desinterés del ser humano para con el arte y su representación. Imaginemos a estos espacios insignia sin su público. ¿En qué posición quedarían estos contenedores? O lo que es más importante, ¿en qué posición quedaría su contenido?

Esta serie busca retratar este supuesto. Mucho más que representar el espacio físico, real y tangible, busca recrear el concepto de esta situación imaginaria.

Eco amenazante de estos espacios desiertos.

El patio de butacas está vacío. Nadie ríe del bufón, ni lee la última página de la tragedia. Silencio de la obra que nadie ve.

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